ESTRATEGIA
Por Maximiliano Perel
Especial para EL NUEVO SIGLO
BUENOS AIRES, ARGENTINA
Distintas reacciones generó el anuncio de que el país gaucho reactivará su programa nuclear para solucionar el déficit energético y depender menos de los hidrocarburos que le compra a Bolivia y Brasil
EL PLAN de Reactivación de la Actividad Nuclear Argentina fue lanzado el pasado 23 de agosto y tendrá una inversión de 3.500 millones de dólares. Sumadas a las centrales nucleares Atucha I, que funciona desde 1974 con 357 megavatios, y Embalse, que comenzó a operar una década después con una capacidad de 684 megavatios (en la que ya se iniciaron las obras para prolongar su vida útil veinticinco años más), se proyecta la culminación de Atucha II, cuya construcción quedó truncada durante la gestión del ex presidente Carlos Menem.
Las obras en esta central, que diseñó y comenzó a construir la empresa Siemens, serán continuadas por la española Dichaza, a un costo para el Estado argentino en torno a los 600 millones de dólares, proyectándose una capacidad de producción de 745 megavatios, estando prevista la puesta en marcha para 2009. Asimismo está pendiente la construcción de una cuarta central, cuyos costos están siendo analizados conjuntamente con empresas privadas.
Atomic Energy Of Canada Limited (Aecl) es empresa canadiense que trabajará conjuntamente con el gobierno para el desarrollo, diseño, construcción y puesta en marcha del reactor Candú.
El gobierno argentino afirma que el objetivo del plan es enfrentar con nuevos recursos los déficits energéticos, sumado al creciente aumento de los precios del petróleo.
En la presentación de la iniciativa, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, señaló que, con esta reactivación, se busca la generación masiva de energía nucleoeléctrica, recordando a su vez que la historia de la actividad nuclear se formalizó en el país hace más de medio siglo, a través de un decreto del entonces presidente Juan Domingo Perón, en el cual se hacía hincapié sobre la utilización pacífica de este recurso energético y en el desarrollo de técnicas para su aplicación sanitaria.
Está previsto asimismo impulsar la construcción del reactor Carem, cuyo desarrollo permitiría la exportación de esta tecnología. Así, y en medio de las óptimas relaciones que sostiene con Argentina, el gobierno del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha manifestado su interés de adquirir uno de estos reactores de baja potencia a fin de concretar la extracción, con la técnica de vapor, de petróleo pesado en la cuenca del Orinoco, para lo cual recurriría a este potencial desarrollo argentino.
Carrera armamentista
El plan nuclear también contempla los procesos de enriquecimiento de uranio, de mayor rendimiento térmico en comparación con el uranio natural y el agua pesada que utilizan actualmente las centrales nucleares argentinas. La posibilidad de contar con la tecnología necesaria para enriquecer uranio es contestada políticamente por los países poseedores de armamento nuclear dado que esto podría derivar en el potencial desarrollo de una industria armamentística similar en la región.
Y es precisamente sobre este punto que se generó la reacción de los Estado Unidos, cuyo gobierno solicitó que las autoridades argentinas se aseguren de no transferir esta tecnología a otros países. Consultada por el diario Clarín de Buenos Aires, la directora de Asuntos Nucleares de la Cancillería, Elsa Kelly, señaló que los Estados Unidos no deben alarmarse ya que la Argentina siempre adhirió a los principios de no-proliferación del armamento atómico.
Pero la preocupación fundamental de la administración Bush es la posibilidad de que Venezuela, país que sostiene el discurso más virulento para con los Estados Unidos dentro de la región (y que se ha acercado tal vez demasiado a Teherán), pueda acceder al uranio enriquecido y virtualmente construir armas nucleares tal como se sospecha que lo viene haciendo la administración iraní bajo un programa energético sin fines de fabricación de armas.
El enriquecimiento de uranio en la Argentina cuenta con un exitoso precedente ya que, a principios de la década de los ochenta, el país se situó entre los diez que han alcanzado tal desarrollo tecnológico gracias a los trabajos efectuados en la central secreta de Pilcaniyeu, situada en la Provincia de Río Negro.
Por Maximiliano Perel
Especial para EL NUEVO SIGLO
BUENOS AIRES, ARGENTINA
Distintas reacciones generó el anuncio de que el país gaucho reactivará su programa nuclear para solucionar el déficit energético y depender menos de los hidrocarburos que le compra a Bolivia y Brasil
EL PLAN de Reactivación de la Actividad Nuclear Argentina fue lanzado el pasado 23 de agosto y tendrá una inversión de 3.500 millones de dólares. Sumadas a las centrales nucleares Atucha I, que funciona desde 1974 con 357 megavatios, y Embalse, que comenzó a operar una década después con una capacidad de 684 megavatios (en la que ya se iniciaron las obras para prolongar su vida útil veinticinco años más), se proyecta la culminación de Atucha II, cuya construcción quedó truncada durante la gestión del ex presidente Carlos Menem.
Las obras en esta central, que diseñó y comenzó a construir la empresa Siemens, serán continuadas por la española Dichaza, a un costo para el Estado argentino en torno a los 600 millones de dólares, proyectándose una capacidad de producción de 745 megavatios, estando prevista la puesta en marcha para 2009. Asimismo está pendiente la construcción de una cuarta central, cuyos costos están siendo analizados conjuntamente con empresas privadas.
Atomic Energy Of Canada Limited (Aecl) es empresa canadiense que trabajará conjuntamente con el gobierno para el desarrollo, diseño, construcción y puesta en marcha del reactor Candú.
El gobierno argentino afirma que el objetivo del plan es enfrentar con nuevos recursos los déficits energéticos, sumado al creciente aumento de los precios del petróleo.
En la presentación de la iniciativa, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, señaló que, con esta reactivación, se busca la generación masiva de energía nucleoeléctrica, recordando a su vez que la historia de la actividad nuclear se formalizó en el país hace más de medio siglo, a través de un decreto del entonces presidente Juan Domingo Perón, en el cual se hacía hincapié sobre la utilización pacífica de este recurso energético y en el desarrollo de técnicas para su aplicación sanitaria.
Está previsto asimismo impulsar la construcción del reactor Carem, cuyo desarrollo permitiría la exportación de esta tecnología. Así, y en medio de las óptimas relaciones que sostiene con Argentina, el gobierno del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha manifestado su interés de adquirir uno de estos reactores de baja potencia a fin de concretar la extracción, con la técnica de vapor, de petróleo pesado en la cuenca del Orinoco, para lo cual recurriría a este potencial desarrollo argentino.
Carrera armamentista
El plan nuclear también contempla los procesos de enriquecimiento de uranio, de mayor rendimiento térmico en comparación con el uranio natural y el agua pesada que utilizan actualmente las centrales nucleares argentinas. La posibilidad de contar con la tecnología necesaria para enriquecer uranio es contestada políticamente por los países poseedores de armamento nuclear dado que esto podría derivar en el potencial desarrollo de una industria armamentística similar en la región.
Y es precisamente sobre este punto que se generó la reacción de los Estado Unidos, cuyo gobierno solicitó que las autoridades argentinas se aseguren de no transferir esta tecnología a otros países. Consultada por el diario Clarín de Buenos Aires, la directora de Asuntos Nucleares de la Cancillería, Elsa Kelly, señaló que los Estados Unidos no deben alarmarse ya que la Argentina siempre adhirió a los principios de no-proliferación del armamento atómico.
Pero la preocupación fundamental de la administración Bush es la posibilidad de que Venezuela, país que sostiene el discurso más virulento para con los Estados Unidos dentro de la región (y que se ha acercado tal vez demasiado a Teherán), pueda acceder al uranio enriquecido y virtualmente construir armas nucleares tal como se sospecha que lo viene haciendo la administración iraní bajo un programa energético sin fines de fabricación de armas.
El enriquecimiento de uranio en la Argentina cuenta con un exitoso precedente ya que, a principios de la década de los ochenta, el país se situó entre los diez que han alcanzado tal desarrollo tecnológico gracias a los trabajos efectuados en la central secreta de Pilcaniyeu, situada en la Provincia de Río Negro.
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