11 octubre 2006

Reportaje a Enrique Gorriarán Merlo

Con el ex gerrillero argentino Enrique Gorriarán Merlo
"Nos aggiornamos"


En el historial del accionar político de Enrique Gorriarán Merlo sobresale su militancia junto a Mario Roberto Santucho en el Ejército Revolucionario del Pueblo -unas de las organizaciones armadas revolucionarias más importantes de la Argentina junto a Montoneros-, su colaboración con la Revolución Sandinista en Nicaragua, el ajusticiamiento del dictador Anastasio Somoza en Paraguay y la toma del destacamento militar de La Tablada mientras el gobierno de Alfonsín se veía jaqueado por los levantamientos militares hacia finales de los ochenta. En esta entrevista exclusiva para Brecha, con un discurso moderado y evitando la confrontación llana y directa, habla acerca de la actualidad argentina, de la región, de su proyecto político (al cual hace permanente referencia, enmarcado en el Partido para el Trabajo y el Desarrollo), evalúa los hechos de La Tablada luego de dieciséis años y da sus impresiones acerca del ascenso del Frente Amplio al gobierno en el Uruguay


Ud. reingresa en la vida política argentina a través de un nuevo partido, es decir, de una alternativa diferente a lo propuesto por los restantes partidos de izquierda. ¿Cómo ve Ud. al conjunto de la izquierda argentina?
No se puede hablar de una izquierda única, como en el caso de Uruguay por ejemplo, que son varios partidos pero están nucleados dentro del Frente Amplio. Aquí, en cambio, en lo que se conoce como izquierda está el Movimiento Socialista de los Trabajadores, el Partido Obrero, el Partido Comunista y distintos sectores que no han logrado unificarse tras un programa común. En mi opinión personal ello se debe a que no han adaptado sus posturas a los cambios producidos en el mundo y en el país tales como el avance de la ciencia y de la tecnología o la variación de la influencia del movimiento obrero en lo político y en lo económico. Por lo que veo, leo y por lo que he podido conversar tengo la impresión que mantienen posturas propias de otras épocas…

…son anacrónicos…
Bueno, para no usar un término tan violento digamos que no se han actualizado. No han seguido el curso de los acontecimientos económicos, políticos y sociales; y si los han seguido no se han adaptado a ellos. Nosotros en cambio luchamos por los mismos objetivos que luchábamos antes adaptando la política a las nuevas condiciones.

Y de allí entonces la creación del partido…
Sí. El planteo que nosotros hacemos, y que a primera vista puede resultar similar, es completamente distinto a lo que proponen los demás partidos de la Argentina; y si alguien plantease lo que nosotros ya hubiéramos adherido a él.
Es muy difícil que haya una solución de fondo a los problemas argentinos si no se superan los dos flagelos que azotan la realidad del país, que son la corrupción política y el desempleo. Esto acompañado del apoyo cotidiano a los distintos reclamos sociales de quienes fueron afectados por las políticas neoliberales y sin ignorar la necesidad de un desarrollo en el aspecto industrial y agropecuario, y fundamentalmente en la investigación científica y el desarrollo tecnológico en una era donde el conocimiento es parte esencial de las posibilidades de crecimiento. El punto de partida debe ser la solución del problema del trabajo y la eliminación de la corrupción política. En el aspecto del trabajo hay que hacer cumplir la ley, es decir la ley de las ocho horas de trabajo que no es respetada de forma más que importante a partir de la década de los noventa. Hoy día hay casi cinco millones de trabajadores que cumplen jornadas de hasta doce horas: si éstos pasasen a trabajar las ocho horas correspondientes se generarían automáticamente un millón doscientos cincuenta mil puestos de trabajo, lo que significaría emplear casi al 70% de los actuales desocupados.

Llama la atención lo moderado de su discurso si se tiene en cuenta que se está hablando con una persona que ha surgido de la lucha revolucionaria.
Puede parecer moderado pero no es tan moderado. Lo que he dicho está dentro de lo que es el sentido común y de la lógica, pero encuentra una profunda resistencia por parte del empresariado y de los factores de poder. Además, los gabinetes de inteligencia han creado un personaje, le han puesto un nombre, en este caso el mío, pero ese no soy yo, es uno que es inventado. Yo lucho por el mismo objetivo que he luchado siempre, que es la equidad social, en un contexto diferente al que lo hice en otras oportunidades; que tiene un aspecto más grave como lo es la peor situación social, aunque en el marco de una situación institucional más sólida que permite luchar por esos objetivos de manera menos traumática, es decir, de forma democrática y por la vía electoral. Esto es sólo un primer paso ya que plantearse la igualdad social en las actuales condiciones es impracticable.

También propone la adopción de un sistema parlamentario.
Sí. Uno de los aspectos fundamentales a fin de eliminar la corrupción política es la implementación de medidas para que la política deje de ser un medio de vida para que vuelva a ser un servicio a la ciudadanía, como debería ser. En esa dirección creemos que hay que otorgar mayores derechos políticos al pueblo en desmedro del poder de los funcionarios limitando las posibilidades de reelección, evitando que un tipo sea hoy senador, mañana concejal y pasado diputado; lo que anula o aplasta la participación de la juventud o de otros sectores que dentro de un partido o del accionar político se ven imposibilitados para desarrollarse. Con la excusa esa de que el político no se jubila -con lo cual yo estoy de acuerdo- ellos (aludiendo a la clase política dominante) lo que hacen es que los dirigentes no se jubilen; dicen: “los políticos” pero en realidad se refieren a “los dirigentes”, eternizándose en la función pública o en la función partidaria. Después, arbitrar medios ágiles para la revocación de mandato ante la comisión de delito por parte de un funcionario o incluso ante el incumplimiento de promesas electorales. Acá, por ejemplo, tenemos el caso de Menem que cuando le preguntaron por qué no dijo lo que iba a hacer respondió que si lo hubiese dicho habría perdido las elecciones.
Adoptar un sistema parlamentario en desmedro del poder de los funcionarios haría posible, por ejemplo, lo que ocurrió en Francia luego del rechazo a la Constitución Europea: el gobierno francés tuvo que cambiar al otro día al gabinete y adaptar sus políticas de acuerdo al mensaje del voto. Allí el voto de la población tuvo mayor peso que el que tiene acá ya que deberíamos haber esperado cuatro años. Esto no quiere decir que nosotros tengamos que copiar el sistema francés. Esto hay que estudiarlo.

¿Y Ud. cree que esto sería posible de implementar aquí, en una región donde rige el presidencialismo desde que los distintos países obtuvieron su independencia? Además esto implicaría una profunda reforma constitucional que sería muy resistida por quienes hoy se benefician con los mecanismos vigentes.
Sí. Y todo esto implica una reforma constitucional, tanto la reforma laboral como la política implica unir voluntades, ganar las elecciones, promover una reforma constitucional que las contemple como leyes inviolables. Y si uno pregunta si esto es difícil, claro que es difícil. Cualquier cambio profundo es difícil en cualquier circunstancia.

Si, y también sería bien difícil obtener consenso de los grupos de poder…
Aquí contamos con unos grupos de poder muy estructurados y muy fuertes a pesar de que están muy desprestigiados. Nosotros lanzamos una idea y vamos a ir esperando hasta que germine esa idea. En lo que respecta a la cuestión electoral, nosotros no queremos participar para sacar el uno por ciento de los votos, sino para tener una presencia con la que se pueda realmente influir. Vamos trabajando con calma. No obstante eso creo que en 2007 sí vamos a poder ir en varios municipios donde tenemos presencia.

¿Por qué decidió no postularse en las elecciones legislativas del 23 octubre próximo?
No nos candidateamos porque no tenemos posibilidades y si las tuviéramos habría que evaluar las probabilidades de provocar cambios posteriores. Tenemos una estrategia democrática y electoral pero tampoco estamos desesperados por obtener una banca. La alternativa electoral es fundamental, pero queremos hacer una cosa seria y que pueda tener una repercusión concreta.

¿Qué sensaciones le ha dejado el ascenso del Frente Amplio al gobierno en Uruguay?
Yo estuve cuando las elecciones y en la asunción de Tabaré Vázquez. La impresión que tuve entonces es que popularmente había una gran expectativa y un tremendo entusiasmo, una participación de la población con un grado de conciencia muy elevado que no he visto en otros lados, ni siquiera en Venezuela. A su vez, me quedó la sensación de que si el gobierno no satisfacía las expectativas iba a tener entonces un conflicto. Ojalá que esto último no suceda, y si sucede, bueno… el país verá.
En Uruguay, las relaciones más estrechas que tradicionalmente hemos tenido han sido con el MLN-Tupamaros y con el MPP, por razones de relaciones históricas. El triunfo del Frente Amplio es un aporte muy significativo a toda esta corriente latinoamericana opuesta al neoliberalismo, aunque cada uno con sus matices.

¿Sería posible en la Argentina un proceso de este tipo?
El Frente Amplio tiene alrededor de treinta años de existencia. En ese sentido se hizo un gran esfuerzo que tuvo su resultado, veremos qué resultado tiene ahora desde el poder. Aquí ese proceso no ha ocurrido hasta ahora. Históricamente se han desarrollado otro tipo de movimientos como el yrigoyenismo de principios del siglo XX o el peronismo a mediados del mismo siglo. Creo que estamos en una situación parecida, frente a una crisis política y económica muy grande que va a promover el surgimiento de un nuevo movimiento quizás de esas características o tal vez de índole más frentista. Veremos cómo se desarrolla.

¿Qué evaluación hace acerca del giro a la izquierda que se dio en la región, especialmente en los casos de Venezuela, Brasil, Uruguay?
La causa de eso es un rechazo generalizado a todas las políticas neoliberales en América Latina que se registraron durante la última década y media, lo que provocó el surgimiento de varios gobiernos que plantearon posturas anti-neoliberales. Ahora, desde el punto de vista del poder, realmente yo no lo veo con la fuerza que muchas veces leo o escucho por ahí que le atribuyen. Quizás el proceso no está abiertamente expresado a partir de que la atención de Estados Unidos está puesta en medio oriente y en Irak; entonces habrá que ver qué grado de resistencia podremos ofrecer cuando den vuelta la cara con más vehemencia para este lado.
El de Venezuela es un proceso muy interesante pero que está sufriendo presiones constantemente. Hay que ver cómo se resuelven. Hace poco estuve por allí y vi que hay una recomposición de los sectores afectados por el intento de golpe, pero de ninguna manera con la energía que tenían antes… pero bueno, hay un gran interés por parte de Estados Unidos en Venezuela precisamente por ser ésta poseedora de una reserva energética tan importante. Después está el proceso de Brasil, que ahora se ve castigado por las denuncias de corrupción… la situación aquí en Argentina, que si bien ha avanzado en políticas de derechos humanos y en posturas frente al ámbito internacional en el sentido de lo que venimos hablando, no ha podido avanzar lo suficiente en la resolución de los problemas económicos y sociales, independientemente de las declaraciones del presidente. Tomando su discurso como la intención real, se ve que hay una gran presión de la corporación política y de la corporación económica que nos trajo a esta situación. Muchos de los que integran esa corporación política son los que apoyan al presidente ahora en las elecciones del 23 de octubre, así que tampoco se puede hablar de una postura homogénea desde el Congreso; homogénea en el sentido de la corrección de las dificultades económicas y sociales del país.

¿Identificaría Ud. su propuesta con alguno de los procesos que se han dado en los países latinoamericanos?
No. Nuestra propuesta en el ámbito internacional sería parte, apoyaría a esta corriente de la que hemos hablado. En el ámbito nacional partimos de la situación particular de la Argentina, en la que se da lo que dije antes respecto de la sobrecarga horaria en la cuestión de la jornada laboral y de la corrupción política que, según los estudios, ha superado a la corrupción mexicana, lo cual es un “gran logro”. Desde que recuperé mi libertad hace aproximadamente dos años, más que estar aquí en Buenos Aires he recorrido poblaciones, pueblos pequeños, medianos y sólo dos ciudades grandes como Córdoba y Rosario. He hablado con gente común, no con dirigentes políticos, y he llegado a la conclusión de que existe un abismo que divide a la población de los partidos y de los políticos. Siempre digo que eso es positivo porque lo grave sería que se creyese en gente que no merece que se deposite confianza en ellos. Al mismo tiempo veo que la gente siente cierta impotencia y que cree que esto es muy difícil de cambiar o casi imposible de cambiar. Entonces sobre esto último es donde que hay que trabajar porque si uno piensa que no se puede cambiar, no lo va a cambiar, tiene garantizado que todo va a seguir igual.

La Argentina, a partir del gobierno del presidente Kirchner, es incluida en este bloque de países que busca mayor protagonismo y autodeterminación para la región. ¿Ud. lo consideraría así también?
Eso se expresa con matices, es cierto, en las posturas ante organismos internacionales. El voto a Cuba, si bien cambió en la presidencia de Eduardo Duhalde, se mantuvo. En general ha votado dentro del bloque opuesto a EEUU. En algunos casos, por ejemplo en la OEA, se buscó conciliar entre las posturas de Venezuela, Brasil, México con la de EEUU respecto de la presentación de este último que impulsaba la intervención de la OEA en determinados países que, aún cuando sus gobiernos fuesen designados vía elecciones, no funcionasen democráticamente; lo que era prácticamente legalizar la intervención. Finalmente el voto argentino sufrió grandes presiones por parte de EEUU.

¿Dónde se posicionaría Ud. hoy: dentro de la izquierda revolucionaria o de la progresista?
Nosotros tenemos una postura revolucionaria, en el sentido de los cambios profundos. El término “izquierda” quiere decir poco. En los términos originales sí me defino como “de izquierda”, pero en lo que significa para la población es un término que confunde y sectariza. Uno antes decía “socialismo” y para la gente quería decir que los niños vayan a la escuela, que los mayores tengan trabajo, etc. Hoy eso no es así, y por eso prefiero explicarlo directamente. Nosotros luchamos, siempre lo hicimos, por la mayor equidad social posible como objetivo final. Sabemos que esa parada final tiene varias estaciones intermedias, y en el caso de Argentina se llegaría a la primera estación cuando hayamos derrumbado la corrupción política y superado el problema del desempleo. Desde el ángulo marxista tampoco es correcto aferrarse a las palabras. Por ejemplo, cuando Marx y Engels presentan el Manifiesto Comunista querían llamarlo “Manifiesto Socialista” porque pensaban que era lo más adecuado; y sin embargo, paradójicamente, la palabra “socialista” estaba tan desprestigiada ya que era vinculada a los socialistas utópicos de aquella época, considerados por muchos como charlatanes, por lo que lo llamaron “comunista”. No priorizaron los términos sino su utilidad en tanto su comprensión por parte de la gente. Si yo digo que soy “de izquierda” y supuestamente la gente entiende por izquierda al Partido Obrero -no digo esto por criticarlos sino que no comparto las posturas de ellos- tampoco sería útil.

A más de quince años de la toma de la base militar de La Tablada, ¿qué evoluciones políticas hace al respecto?
Las hago desde varios ángulos. Desde el punto de vista regional, América Latina estuvo signada por las doctrinas de seguridad nacional desde mediados de la década de los sesenta hasta fines de los ochenta. Desde el contexto general, en Argentina hubo un período de sesenta años y tres meses en el que hubo un golpe o un intento de golpe cada dos años y cuatro meses, en el que la política nacional estuvo siempre signada por la presencia de autoritarismo. Desde el año 64 hasta la caída del muro de Berlín, América Latina estuvo signada por la vigencia de las doctrinas de seguridad nacional. En ese contexto de lucha contra el autoritarismo se producen los hechos de La Tablada.
Nosotros no creíamos que se registrasen nuevos alzamientos militares en la Argentina una vez reinstaurada la democracia en 1983, y no lo pensábamos por dos razones: en primer lugar, por el rechazo que había provocado la virulencia de la represión implementada por las fuerzas armadas en los años anteriores y, en segundo lugar, creíamos que las fuerzas armadas no se plantearían retornar al poder dados los efectos de la derrota en la guerra de las Malvinas. En esa creencia de parte nuestra es que nos llamaron la atención los primeros lobbys militares que lograron la promulgación de las leyes de punto final y más aún la sublevación de semana santa de 1987, que tuvo como respuesta por parte del gobierno la ley de obediencia debida. La consigna era promulgar ese tipo de leyes a fin de evitar el golpe militar, pero nosotros pensábamos, no tengo duda, que en vez de evitar el golpe, alentaría a nuevas sublevaciones ya que se venía cediendo ante las presiones de los militares. Si bien eso sucedía, nosotros pensábamos a su vez que se trataba de una situación que se podía revertir políticamente a través del tiempo. Lo que nos preocupó de forma importante fue la vinculación de Carlos Menem con Mohamed Alí Seineldín, de la que me entero a mediados de 1988 a través de oficiales de la guardia nacional panameña, con los que tenía relación a partir de mi participación en la lucha contra Somoza en Nicaragua. Ellos son los primeros que me dan esta información. Nos preocupaba la relación Menem-Seineldín ya que reverdecía la alianza cívico-militar que había sido el sustento de todos los golpes militares desde 1930 en adelante. Nosotros indagamos y llegamos a la conclusión de que el gobierno estaba convencido de que habría nuevas sublevaciones militares, a las que no podría hacerles frente, y de la existencia de la antedicha alianza Menem-Seineldín. Políticamente, estas fueron las circunstancias que nos llevaron a actuar.
Nosotros habíamos hecho un análisis a partir de la vinculación con la gente y creíamos que ésta se movilizaría en caso de tener éxito la operación. Si bien no lo podemos comprobar, hay indicios de ello: en la misma mañana del 23 de enero de 1989 la Unión Obrera Metalúrgica de La Matanza se declaró en huelga contra el golpe y llamó a la CGT a un paro general, lo mismo sucedió con el gremio de los portuarios de la Capital Federal; todo lo que se desvirtúa al hacerse público que había un grupo de civiles involucrados y al cambiarse la verdadera razón de nuestra acción, ya que se la hace pasar como un ataque de civiles a un cuartel militar, como una reiteración de la guerrilla de los años setenta. Eso nos perjudicó mucho políticamente.

Entonces el éxito de la operación habría estado dado por la movilización popular…
Claro. Nosotros, después de haber indagado diariamente y evaluar permanentemente la situación, habíamos llegado a la conclusión que la gente se movilizaría de haber un elemento aglutinante. Esto venía precedido por el llamado a la movilización de semana santa por parte del gobierno, que fue masiva, y de la desmovilización posterior también por parte del gobierno durante el levantamiento de Monte Caseros en enero de 1988 y de la represión a las fuerzas movilizadas contra la sublevación de Seineldín en noviembre de 1988 en Villa Martelli. Allí hubo dos muertos civiles y un policía por balas militares, crímenes estos que nadie juzgó.
La gente y nosotros vimos que la postura del gobierno había cambiado, ya que no seguía llamando a movilizarse sino lo contrario, y que Menem alentaba a Seineldín. La figura de Menem es muy significativa en todo esto: siete horas después de comenzada la acción declara al diario La Nación que lo que estaba ocurriendo era un levantamiento de Seineldín motivado porque el gobierno no había cumplido con las promesas hechas en noviembre de 1988. Él sabía que era el golpe de Seineldín y de allí que formula estas declaraciones sin preocuparse por indagar al respecto.
El entonces vicepresidente Víctor Martínez declaró tiempo después que sectores militares y de la Iglesia -que consideraban a Alfonsín como un comunista contumaz- le habían ido a preguntar si estaría dispuesto a reemplazarlo y que no se lo comunicó al presidente ya que no consideraba de importancia al asunto. Martínez declara eso tras haberse producido la ruptura del bloque golpista.
En definitiva, y para sintetizar, si no hubiese habido obediencia debida y punto final, si no hubiese habido sublevaciones militares y sobretodo si no hubiese existido la alianza de Menem con Seineldín no hubiese ocurrido lo de La Tablada; así como también si no hubiera habido dictadura no habría habido guerrilla como si no hubiera habido invasión española no habría tenido lugar la guerra por la independencia.

¿Nunca pensó en abandonar la lucha política?
Jamás pensé en abandonarla ni pienso. Lo veo como una necesidad y como un deber de hacer todo lo posible por rescatar la memoria de los compañeros.

Semanario Brecha - Montevideo, Uruguay - 19-12-2005

1 comentario:

Unknown dijo...

Veo muy bien que todos los grupos quieran participar de la contienda democrática ya sean de izquierda o derecha, extrema o no tan extrema. Me gustaría un "sistema" en el cual todos los pensadores y las ideas tengan una posibilidad similar de presentarse como opciones a la ciudadanía. De esa forma, los que sostienen que sus ideas son las correctas por definición y quieren imponerlas al resto de los ciudadanos, no deberíamos cederle espacio, más que para que digan lo suyo, pero no para la violencia. Estoy leyendo blogs de otros ciudadanos argentinos que proponen ideas para mejorar a nuestro querido país, no importa la ideología. Esto ya nos une. Me satisface que seamos muchísimos. Este blog (es uno de los muchos ARGEBLOG) lo encuentro constructivo y lo comento porque deseo que otros comenten también lo mío que está en: (http://www.blogger.com/profile/33378315 ) Formemos una red de bloguistas y comentaristas por el bien de Argentina. Fomentemos un buen futuro. Comentemos lo de todos, Horacio.
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