Diario El Nuevo Siglo - Bogotá, Colombia - 11-11-2006
ARGENTINA
Por Maximiliano Perel
Especial para EL NUEVO SIGLO
Argentina
Si bien no han aparecido alternativas que amenacen con arrebatarle el poder al oficialismo, el revés sufrido por Kirchner, en Misiones, obliga a reformular el discurso y a un eventual reacomodo de piezas que modifican sustancialmente la geometría de la estrategia oficialista
TRAS EL rechazo popular a la reelección indefinida del gobernador en la provincia de Misiones, el presidente Néstor Kirchner ha dado un brusco y urgente golpe de timón en la planificación de su estrategia política, más urgente y necesario aún considerando que las elecciones presidenciales están a la vuelta de la esquina.
Las consecuencias del fracaso de Misiones no se han hecho esperar y desde el gobierno se trabaja con en base a otras premisas, tras haber comprendido el mensaje de las urnas. Es así que, en cuestión de días, la Casa Rosada pasó de apoyar a desestimar las intenciones reeleccionistas de los gobernadores aliados y, como fruto de este nuevo posicionamiento, el presidente Kirchner le solicitó al gobernador de la provincia de Jujuy, Eduardo Fellner, que abandone la competencia por un tercer mandato.
El mismo pedido le llegó a Felipe Solá, titular del ejecutivo de la provincia de Buenos Aires (la más importante en caudal electoral y en actividad económica), quien esperaba el dictamen de la justicia en la interpretación de un artículo de la Constitución Provincial que lo habilitase a competir en las próximas elecciones.La salida de Solá no implica necesariamente que el kirchnerismo pierda la provincia más importante, pues cuenta con alternativas de peso electoral. Entre los candidatos del oficialismo a sucederlo, se especula con la candidatura de la senadora Cristina Fernández, quien en las últimas elecciones legislativas obtuvo poco más del 44% de los votos en el distrito y cuenta con un alto índice de imagen positiva.
Pero el hecho de que la senadora Fernández pujase por la gobernación de Buenos Aires implicaría reacomodar la sucesión presidencial en caso de que Kirchner decida no presentarse a las elecciones, algo que aparece improbable, pese a que es prácticamente imposible esbozar algún tipo de definición dado el absoluto hermetismo oficial sobre el asunto. También aparece entre los posibles candidatos el actual ministro del Interior y figura clave del gobierno, Aníbal Fernández, quien hizo el grueso de su carrera política en el distrito de la mano del ex-hombre fuerte de la provincia y ex-presidente, Eduardo Duhalde. Asimismo aparece en la lista de presidenciables el ex-ministro de Defensa, José Pampuro.
Cambios en el discurso
A la hora de argumentar, Eduardo Fellner sostuvo que coincide con el presidente “en la necesidad de priorizar por sobre todas las cosas la gobernabilidad y la estabilidad institucional y política de todo el país” y que “los desafíos, tanto del gobierno nacional como de todos los gobiernos provinciales, son demasiados importantes y deben ser privilegiados sobre cualquier otra consideración”.
Por su parte, Felipe Solá sostuvo que nunca tuvo intenciones de perpetuarse en el poder, agregando que “luego de seis años de gestión al frente de la provincia no voy a crear una crisis institucional”.De la desmedida ambición reeleccionista, en la que no se argumentaba nada y no se debatía con las voces que advertían sobre sus nocivas consecuencias, se pasó a velar por la buena salud de las instituciones democráticas y la conveniencia para el país en su conjunto por sobre el futuro político de los hombres. Pero lo más llamativo es la contradicción en la que incurrió el propio mandatario argentino, quien, a falta de votos luego de las elecciones de 2003 que lo llevaron a la presidencia (en las que obtuvo un 22%), fue legitimándose lentamente, a fuerza de un discurso que la emprendía, entre otras cosas, contra las “viejas” formas de hacer política, ayudado por la entonces cercana crisis institucional que convulsionó al país en diciembre de 2001 y que puso en jaque al conjunto de la clase política argentina.
Al parecer, y tal vez de forma inexplicable vistos sus éxitos electorales sin “votos ajenos” y su estilo en la creación de poder propio basado en su política de la “transversalidad” y en la cooptación de figuras de la oposición (que si bien pueden ser criticadas han demostrado su capacidad en el diseño de la estrategia política), Kirchner se ha visto necesitado de echarle mano a la “vieja” forma de hacer política al conciliar con la burocracia sindical, al “hacer pie” en determinados distritos acompañado por cuestionados dirigentes que antes revestían en filas duhaldistas o menemistas o, tal el caso más reciente, impulsando la reelección indefinida de Carlos Rovira.
Acusado el recibo del mensaje enviado desde Misiones, resta ver cómo se define la pelea por el distrito clave de Buenos Aires: si el presidente deja a su suerte a los competidores o, como probablemente ocurrirá, elige él directamente al futuro candidato.
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